miércoles, 12 de diciembre de 2012

La máquina del tiempo




Un discípulo le pregunto a su maestro: cual es la puerta de entrada al zen. El maestro le respondió: escuchás el murmullo que hace el arroyo al pasar. Esa es la puerta.

Otra vez la vinoteca Dionisio abrió la puerta de Chisa Shusi y dejó entrar a 15 iniciados y al sommelier Cristian Arias, de bodega Catena Zapata, para jugar a combinar  vinos con comida oriental. Los vinos fueron los de Catena Zapata.  A Cristian se le notó toda la noche que disfruta de su trabajo porque no paró de esmerarse en agradar a la audiencia y le salió bien. La actuación es tan necesaria para todo y que suerte tiene el que le sale de manera tan espontánea. A él le tocó explicar los vinos. Este postulado se basa en la premisa: si conoces más disfrutas más. Y tiene lógica. Si sabés distinguir el aroma del regaliz (algo sencillo para quienes nos criamos comiendo caramelos  media hora) y después lo encontrás en un malbec tenés garantizado el acceso al paraíso aromático de la edad dorada. No solo estás tomando un vino, estás reviviendo una experiencia y si encima tenés la suerte de encontrarle sentido a esa experiencia, ese vino será para vos un milagro. De ahí que un buen ejercicio sea  describir a los vinos vinculando sus aromas y sabores a tus recuerdos, lo que los actores llaman la memoria emotiva. Querés llorar con naturalidad: acordate de lo que te hizo llorar. Así de simple es la economía de los placeres pequeñoburgueses. Entonces la ruda que tenía la tía que tu mamá te llevaba a visitar, cuando las señoras se trasladaban al cantero a intercambiar gajos, debe recordarte al sauvignon blanc o viceversa. Como decía un amigo el vino fue en el pasado metáfora de la sangre, ahora la sangre es metáfora del vino. El olor al sudor del caballo que motabas en la chacra que un compañero de escuela tenia en Ramallo ahora está presente en un cabernet que pasó por barrica. De ahí a postular que el vino es también una máquina del tiempo hay un solo paso.
En el arte de olfatear y saborear un vino hay tres jerarquías: los que espían, los que miran y los que ven. Los que espían el vino llegan a comprender porque las carnes rojas van bien con vino rojo, y las carnes blancas con vinos blancos. Algo que ya está un poco pasado de moda, es decir ingresó a la tradición, como la suprema a la maryland, que en San Nicolás no se consigue. Pero que sigue funcionando en líneas generales hasta que un posmo te asegura que hay que combinar como a uno  le gusta y listo.  Pero esta combinación tiene su lógica.  Los que miran pueden distinguir el regaliz del malbec o el pomelo del torrontes nicoleño. Los que ven ya hablan de malbec de San Juan o de Salta, que son distintos. Eso es lo que se viene: el vino de territorio.
Esa noche  las combinaciones fueron muy sutiles. A una brasileña casada con un cardiólogo nicoleño el Alamos moscatel de alejandría que se presentó en primicia (ya que era tan nuevo que ni el sommelir había tenido tiempo de analizarlo) le recordó las toronjas de su abuelo. A otra chica le gustó más el vino barato que el caro. A otro la combinación de pinot con crumble de manzanas le resultó sensacional. En fin. 

jueves, 29 de noviembre de 2012

Amigo de fermentaciones


A diez cuadras de mi casa se elabora una de las mejores cervezas artesanales del país. No es brabuconada chauvinista, hay datos objetivos que lo demuestran. La red ale, es decir la cerveza roja, ganó un premio internacional entre 300 cervezas de todo el mundo. Así que tranquilamente podría haber dicho: “a diez cuadras de mi casa se elabora una de las mejores cervezas artesanales del mundo”, pero bueno, uno nunca cree que eso pueda pasar a diez cuadras de su casa. Quien la elabora es un amigo de fermentaciones, Octavio Ruiz, que es una especie de científico vintage, ex metalúrgico, reconvertido en maestro cervecero premiun. Tiene en su casa, casi en frente de la vieja bodega de los Ponte, el laboratorio donde fermenta, decanta, envasa y etiqueta. La Vor Der Brauer ya trascendió San Nicolás y se hizo conocida en Rosario, a tal punto que la revista que edita la vinoteca Barcelona, donde también se vende la cerveza, le dedicó dos páginas. Todos los datos están en estas notas. 



Para conocer a Octavio y saber más se puede hurgar en este blog 

domingo, 25 de noviembre de 2012

Acero negro


Las categorías de hegemonía empresaria y comunidad de fábrica son utilizadas por el antropólogo Hernán M. Palermo para analizar el esplendor y ocaso de la empresa YPF, es decir su etapa estatal y su etapa Repsol. Lo hace en el libro -que primero fue su tesis doctoral- “Cadenas de oro negro”, publicado por el Grupo Antropología del Trabajo de la Universidad de Buenos Aires. La investigación fue realizada antes de la restatización de la petrolera, pero su edición fue contemporánea a esa política del Gobierno Nacional, con lo cual su publicación adquiere un plus de interés.
La base teórico – metodológica del trabajo de Palermo está en sintonía con la propuesta del historiador marxista E. P. Thompson. La categoría de hegemonía remite, naturalmente, a Antonio Gramsci y se citan trabajos de José Sergio Leite López, Harry Braverman, Karel Kosik y June Nash.
El trabajo de base se realizó en diversas locaciones donde YPF tuvo sus sedes y se desarrollo en base a un profuso trabajo etnográfico cuyas preguntas y respuestas figuran en el libro.
Tal como Palermo lo anuncia en la introducción, el libro intenta responder a las preguntas sobre legitimidad empresaria en los trabajadores, la manera en que esa legitimidad perdura o cambia en el tiempo y las formas que adopta, las implicancias que las formas de dominación tienen en las experiencias obreras y en que medida esa legitimidad empresaria es reinterpretada, tensionada y/o disputada por los trabajadores.
En San Nicolás de los Arroyos todos estos tópicos se resignifican, pues dialogan constantemente con lo que nos sucedió en octubre del 91.
El Grupo Antropología del Trabajo, se dedicó a estudiar las relaciones laborales y los casos de privatizaciones en diversas empresas de Argentina y Brasil. Particularmente en Argentina desarrollaron varios estudios en la empresa Somisa y su continuidad privatizada, Siderar. En estos trabajos se estudia no solo el espacio de la fábrica, sino también el espacio social y familiar, con su consecuencia en la vida cotidiana de los empleados y sus familias; también la historia de los sindicatos y sus actividades gremiales y políticas desde la década del 60 a la actualidad. Se analiza la relación entre industria y comunidad en San Nicolás de los Arroyos, los programas de microemprendimientos durante la década del 90, las relaciones de clase y la construcción de una comunidad de fábrica en la ex Somisa, etc.
En el blog del grupo hay además una interesante cinemateca de películas vinculadas al mundo del trabajo.




sábado, 24 de noviembre de 2012

Champaña degollado



San Nicolás fue escenario de un evento único. 15 clientes de la vinoteca Dionisio, de Mariano Onaindi, participaron del destapado de una botella de champagne de la bodega Cicchitti que todavía estaba sin degollar y que en los próximos días saldrá al mercado. Ocurrió en Shisa Sushi, el restaurant del Chino Matían Casco. La ceremonia estuvo a cargo del joven winemaker de 26 años José Cicchitti, hijo de Pepe. El pibe, que ya elaboró su primer Chardonnay, explicó en que consiste el degollado de una botella de champaña. El champaña, o espumante, para no alterar a los franceses de la zona que le dio nombre a la bebida, es un vino gasificado naturalmente. Es decir, al vino elaborado se le agregan levaduras y un líquido azucarado (licor de expedición), se lo tapara con tapa corona y se lo deja fermentar. Las levaduras se alimentan del líquido azucarado y eliminan alcohol y gas carbónico que queda retenido en las botellas en forma de burbujas. Cuando las levaduras terminaron de comer, mueren y deambulando por el espumante, lo enturbian. Después se clarifica y se convierte en el espumante que conocemos. Esta botella, tapada con tapa corona, fue la que se abrió en el evento. Algo muy interesante que el consumidor rara vez puede degustar, ya que es una tarea de bodegueros. Para agregarle interés a la cata se la comparó con el mismo espumante ya terminado. Es notable percibir las diferencias entre uno y otro. Al primero le faltaba aroma y sabor. El segundo había evolucionado notablemente.

Durante la cena también probamos el Sangiovese 2011. Esta uva está muy vinculada a la bodega, que logra un vino de tonalidades bastante más oscuras que los tradicionales y de aromas y sabor intensos. Esto se debe a la sangría de casi un 50% a la que someten al mosto en maceración. La sangría es un procedimiento que consiste en sacar un porcentaje de mosto (jugo) para que haya una mayor contacto de ese mosto con el orujo (cáscara) y por lo tanto mayor transferencia de los componentes del orujo, que son los que le dan color, aroma y sabor.
La mayoría de los vinos de Cicchitti tienen sangría. Con el mosto coloreado al mínimo lo que extraen elaboran un rosado heavy, así le llaman, ya que más que rosado es un clarete, también muy aromático, sobre todo aromas a manteca, ya que la fermentación maloláctica la hacen en barricas de roble.
Otra agradable sorpresa fue el Chardonnay 2012 elaborado por José Cicchitti hijo, distinto a todos los Chardonnay conocidos, con un pronunciado aroma a banana, uno de los descriptores característicos de la variedad.
Por último cometimos el sacrilegio de destapar una botella del Pinot 2011, elaborado con un pequeño porcentaje de Merlot, que, cuando Pepe Cicchitti visitó la vinotera Dionisio, le agregó con fibrón a la etiqueta que le dejó a Mariano, “abrir en 2013”. Y si, le falta un añito, pero el aroma a sudor de caballo ya está presente y se nota que tiene larga vida.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Mujeres en paisaje

Con la muestra “Mujeres entre las ciudades y las sierras” Chabi (Isabel Isla Blum) expone por vez primera en su ciudad natal, luego de haber colgado sus obras en Punta del Este, Nueva York, París y Buenos Aires. Ahora está preparando un trabajo sobre la fábrica Somisa que se va a llamar “Mujeres y varones del acero”.



La manifestación de mujeres en la ciudad serrana


En el borde del barrio El Abrojal, en el primer piso de un edificio donde también funciona una maderera, una casa de herrajes y una agencia de turismo, hace menos de un año, a dos artistas plásticas se les ocurrió abrir una galería de arte. Para acceder a la galería hay que tocar el timbre en una puerta de hierro que conduce a una escalera por la que se asciende, entre plantas macetudas y esculturas, a la sala de exposición. La sala son tres paredes y un inmenso ventanal desde el cual se percibe la ruidosa avenida Savio. Así que, estar en esa galería es como estar en un bálsamo, en un claro en la selva, en un territorio propio. En San Nicolás de los Arroyos hay varios lugares así. Otro es la quinta de 25 hectáreas de frutales que los Regiuri tienen a 20 cuadras del centro.
La galería fue creada por Diana Torres y su curadora es Marita Donatti. La hija de Diana tiene una agencia de viajes, Boomerang, y la idea de la galería es relacionar el arte y los viajes. Marita conoció a Chabi cuando ambas cursaban la Escuela de Bellas Arte de la Asociación cultural Rumbo. Marita sabía que Chabi tenía pintada una serie de cuadros inspirados en sus viajes por Argentina y la contactó para que expusiera en su ciudad natal. Decir ciudad natal es hablar del barrio Somisa, esa pequeña ciudad donde Chabi nació. El barrio Somisa fue planificado por el modelo siderúrgico de los años 40 y es casi su contracara. Sus casas son de estilo californiano y fue construido a la vera de un arroyo rodeado de cientos de árboles de todas las especies posibles y con la naturaleza como una presencia constante. Como lo dice Gerardo Demarco, quien también nació allí: “Somisa es el símbolo del Modernismo, el progreso indefinido, la sociedad del bienestar, la movilidad social, la construcción de una nación; Somisa fue para la generación de nuestros padres la materialización del Sentido. La generación de nuestros padres fue la única (como tal) que tuvo estabilidad laboral. No la tuvieron sus padres ni sus hijos. La diferencia entre sus padres y sus hijos es la fe en el futuro”. En esa construcción, las mujeres, en su gran mayoría, amas de casa, madres y esposas, jugaron un papel silencioso, casi co-protagónico del hombre que con su cuerpo expuesto en la fábrica, entre máquinas y ruidos, se hizo más visible para la historia. Chabi rescata en sus pinturas a esa mujer, la trae al primer plano y decide mostrarla, no es su cotidianidad de ollas, perros, chicos y fines de semana, sino entre la naturaleza donde se crió. En la naturaleza abrumadora del barrio y en la plácida naturaleza postal de las vacaciones. Vacaciones que transcurren en lugares hipersimbolizados del paisaje argentino. La Boca, El Chanten, Tandil, las sierras cordobesas.
Los cuadros deliberadamente escapan a la perspectiva. Tanto los personajes mujeres como el entorno miran a cámara. Lo hacen para acentuar las tres dimensiones en que están compuestas las obras. El plano esta sobreexpuesto en esas tres dimensiones, como si el plano no alcanzara para conjurar tantos años de sombras femeninas. Esa intención funciona más aun en la tensión que se genera por la elección de los materiales, decididamente masculinos. La madera es la base donde un collage de arandelas, tornillos, maderitas, y sogas, pintadas con acrílico, relatan, con materiales de alta codificación varonil, una historia femenina. De modo que los cuadros, en apariencia femeninos, no excluyen la masculinidad sino que la contrastan, la ponen en tensión, para resaltarla. Ya que esas mujeres, rubias, morenas, pelirrojas, rulientas o lacias, que a veces solo asoman sus ojos al paisaje, están configuradas con objetos pertenecientes al mundo masculino.
Esa masculinidad no necesariamente remite a los adultos, al tallercito del fondo, donde un tío reparaba la bicicleta o soldaba una reja. Pareciera ser más bien un mundo de pequeños varones, de chicos jugando a juegos de grandes con Rasti o Plasticano. De ahí el carácter ingenuo de sus cuadros. Una intensión de moverse a la infancia.
Chabi es una artista viajera. Sus viajes y sus obras son inseparables. Viajes que no solo son el traslado a un paisaje distinto, sino el eterno regreso a la “dorada edad”.



El vuelo de los Pájaros en  las sierras y las mujeres



Las torres de la ciudad y la mujer 



La sorpresa de la noche en la Sierra y el Campo



Asomando la boca