Hay libros que condensan todo lo que uno hubieses querido vivir. Uno de ellos es Realismo Capitalista de Mark Fisher. En el prólogo, Peio Aguirre que hace una semblanza del tipo y de su trayectoria y menciona a K-punk "el centro de una constelación de blog que prefiguró una efervescente esfera pública, una comunidad de blogueros que discutían críticamente sobre música, cine, filosofía, literatura y teoría crítica solapando sin prejuicios los temas de debate". Es un gran contexto musical de las preferencias de estos comentaristas culturales entre los que esta Simons Reynolds, a quien ya hemos reseñado acá. Y sabemos que lo decisivo del gusto musical es el contexto, esa malla de contención que irracionalmente nos indica que música debe gustarnos y cual no. Esa elección falsamente deliberada que nos "diferencia" al decir de Pierre Bordieu. Mis contextos fueron casi siempre el aura de mis amigos, un clima de época, experiencias anticipatorias y los libros. El momento en que la música deja de ser una energía que fluye para transformarse en un concepto. Un concepto que hay que defender como a un territorio de los intentos de vulgarizarla, pero también de nuestras más funestas y ocultas preferencias y de nuestra voluntad de tener. Encontrar un nuevo contexto es siempre un salto al vacío del cual uno no sabe como volverá. En este caso es el viejo postpunk, junto a buena música para empezar los lunes. Esa música que te transporta a la Manchester post industrial de fines de los setenta, donde nos hubiera gustado ser uno de esos chicos que andaban buscando nuevas formas de sensibilidad entre los restos del sueño de prosperidad. En menor escala, algo así como lo que ocurrió en San Nicolás en la década del noventa con las privatizaciones, pero donde la debacle económica que generó delincuencia, resentimientos, drogadicción y una vacía sensación de no-futuro no pudo cristalizar en ningún movimiento cultural porque no estaba anclado en ninguna tradición.
Esta búsqueda de contextos, que en épocas pre internet nos movilizaba por las ciudades en busca de esos rincones donde circulaba la información por fuera de los medios de comunicación ahora la hacemos a través de la pantalla. Al decir de Jean Clément la lectura del hipertexto puede asimilarse al caminar por una ciudad donde conviven las certezas que nos puede dar un mapa con la siempre acechante posibilidad de desorientarse y perderse. Como en la calle también en internet hay sitios que funcionan como señales de tránsito y nos advierten de los peligros de circular por ciertas zonas intransitables. K-punk es uno de ellos.
martes, 3 de mayo de 2016
sábado, 30 de abril de 2016
El Alemán
Escucho a Quique Pesoa desde hace treinta años. Desde la época en que conducía la mañana de LT2 en Rosario. Me gustó de entrada su tono descontraturado, las preguntas laterales con las que encaraba sus reportajes, que sea Rosarino, pero sobre todo su tono de voz. La radio es la voz de quien llena ese espacio y admito que me he quedado embelesado ante tamaño salame solo por el tono de su voz. Pero no es el caso de Quique, que se esmera porque la voz sea siempre el vehículo de algo. No me gusta ni la música que pasa, ni muchos de sus columnistas, pero todo eso suena mejor en su voz. Y si todo lo que dijera fuera de un liviandad espantosa igual lo escucharía, porque en general, y salvo esas dos o tres ideas sagradas, es preferible la forma al contenido.
La primera llamada de atención fue un reportaje que le hizo a Los Twist en una entrevista promocional, y obviamente pagada, donde le preguntó: "¿Ustedes tocan mal a propósito o es su estilo"? Se armó un quilombo. Y a mi Los Twist me gustan. Otro día denunció a los dueños de la radio porque no le permitían emitir comentarios a favor del peronismo. Otra vez, en radio Rivadavia, donde fue trabajar cuando lo echaron de todas las radios de Rosario, denunció que no les estaban pagando el sueldo. Y eso fue una novedad. Me acuerdo de un viaje en tren a Buenos Aires donde circunstancialmente compartimos un vagón donde él iba tocando la guitarra y cantando con unos amigotes. Para alguien que iba a Buenos Aires en busca de lo raro eso era bastante raro. Pero lo que más me impresionó fue la dedicatoria de su primer Martín Fierro a Gollán, el dueño de LT2, porque gracias a que lo despidió de su radio se vio obligado a buscar suerte en Buenos Aires y ahora estaba recibiendo el máximo galardón. Alguna vez fantaseé con que había trabajado en LT24, pero Ramini me lo desmintió.
Cuando en el año 91 hacíamos con Fernando Vittaz el programa de radio "La mañana de la 91.1" lo imitábamos a Quique en todo. A mis amigos intelectuales no les hablo de mi preferencia por Quique porque está mal visto en ese ambiente.
Lo seguí escuchando en "El desconcierto del domingo" y una vez, de regreso de San Juan, pasé por San Marcos Sierra, donde vive y tiene la radio, e intenté regalarle un libro que había escrito, pero no me dio ni cinco de bola. Le dejé el libro a su secretaria y no sea si lo hojeó. Lo más seguro es que no. Tiene fama de ser bastante zorete con quienes no son de su entorno y debe ser así nomás.
Esta noche escuché un reportaje viejo y cortito, también promocional, pero esta vez con mejor onda, a Leo Masliash. Ahí refieren a un documental sobre Oscar Alemán al que Pesoa le puso la locución. Lo voy a ver, a ver que onda.
Sigo escribiendo al otro día, con la urgencia de muchas otras cosas que quiero escuchar, pero necesitado de terminar esta reflexión para anclar la dispersión de la que soy víctima siempre por mi floja memoria. Tengo para escuchar una entrevista que le hizo Lanata, (un tipo al que empecé admirando en los noventa y terminé detestando hace unos años, pero que me sigue seduciendo por su mirada periodística de la realidad, el clima periodístico que le pone a los reportajes, en tiempos en que el reportaje se confunde con "hacerle preguntas a alguien", y por eso lo paso con un poco de soda) al pintor Eugenio Cuttica. Pero lo postergo hasta terminar esta entrada sobre el documental de Oscar Alemán, que desde el punto de vista formal es muy básico, casi l ilustración de un texto muy bien interpretado por Quique Pesoa cundo está en off, pero muy desaprovechada su imágen cuando habla a cámara, con planos difíciles de justificar narrativamente y una iluminación pretenciosa que en vez de resaltar al personaje se ofrece a si misma no como un recurso sino como una presencia, y donde el sonido, casi siempre incidental, permite que las imágenes le quiten protagonismo por su sola presencia. Sin embargo es tan intensa la historia del Oscar Alemán que resulta difícil dejar de verla hasta el final.
Su historia, de niño abandonado en la calle hasta convertirse, por el impulso genético de la intuición, en uno de los mejores guitarristas de jazz de la historia, recuerda a la de ese otro genio argentino de la armónica que fue Hugo Díaz, también considerado el mejor del mundo. Son dos ejemplos de como la naturaleza nos demuestra la potencia de lo primitivo que todo el tiempo busca imponerse a la idea positivista del progreso indefinido a través de la razón. Ni Hugo Diaz ni Oscar Alemán sabían música. Habría que decir mejor que no sabían nada acerca de la teoría de la música y la notación musical y resulta muy complejo imaginar como un interprete en esa situación puede lograr la combinación exacta de sonidos que resulten agradables al oído. En el libro "El jazz en acción" los etnólogos Robert Faulkner y Howard Becker describen los trucos que los músicos de jazz utilizan para memorizar cientos de standares e improvisar durante horas sobre las distintas estructuras armónicas con que están compuestas las canciones. Pero para lograrlo hay que tener un mínimo conocimiento de armonía. Para un músico que toca de oído es posible acostumbrarse al sonido de las armonías, pero de ahí a ser el mejor de todos hay una genética de por medio. Solo puede lograrlo un músico con oído absoluto, es decir que no necesita ninguna referencia para saber cual es la nota que está sonando. Pero tener oído absoluto es simplemente un don y ya conocemos la parábola de los dones.
La primera llamada de atención fue un reportaje que le hizo a Los Twist en una entrevista promocional, y obviamente pagada, donde le preguntó: "¿Ustedes tocan mal a propósito o es su estilo"? Se armó un quilombo. Y a mi Los Twist me gustan. Otro día denunció a los dueños de la radio porque no le permitían emitir comentarios a favor del peronismo. Otra vez, en radio Rivadavia, donde fue trabajar cuando lo echaron de todas las radios de Rosario, denunció que no les estaban pagando el sueldo. Y eso fue una novedad. Me acuerdo de un viaje en tren a Buenos Aires donde circunstancialmente compartimos un vagón donde él iba tocando la guitarra y cantando con unos amigotes. Para alguien que iba a Buenos Aires en busca de lo raro eso era bastante raro. Pero lo que más me impresionó fue la dedicatoria de su primer Martín Fierro a Gollán, el dueño de LT2, porque gracias a que lo despidió de su radio se vio obligado a buscar suerte en Buenos Aires y ahora estaba recibiendo el máximo galardón. Alguna vez fantaseé con que había trabajado en LT24, pero Ramini me lo desmintió.
Cuando en el año 91 hacíamos con Fernando Vittaz el programa de radio "La mañana de la 91.1" lo imitábamos a Quique en todo. A mis amigos intelectuales no les hablo de mi preferencia por Quique porque está mal visto en ese ambiente.
Lo seguí escuchando en "El desconcierto del domingo" y una vez, de regreso de San Juan, pasé por San Marcos Sierra, donde vive y tiene la radio, e intenté regalarle un libro que había escrito, pero no me dio ni cinco de bola. Le dejé el libro a su secretaria y no sea si lo hojeó. Lo más seguro es que no. Tiene fama de ser bastante zorete con quienes no son de su entorno y debe ser así nomás.
Esta noche escuché un reportaje viejo y cortito, también promocional, pero esta vez con mejor onda, a Leo Masliash. Ahí refieren a un documental sobre Oscar Alemán al que Pesoa le puso la locución. Lo voy a ver, a ver que onda.
Sigo escribiendo al otro día, con la urgencia de muchas otras cosas que quiero escuchar, pero necesitado de terminar esta reflexión para anclar la dispersión de la que soy víctima siempre por mi floja memoria. Tengo para escuchar una entrevista que le hizo Lanata, (un tipo al que empecé admirando en los noventa y terminé detestando hace unos años, pero que me sigue seduciendo por su mirada periodística de la realidad, el clima periodístico que le pone a los reportajes, en tiempos en que el reportaje se confunde con "hacerle preguntas a alguien", y por eso lo paso con un poco de soda) al pintor Eugenio Cuttica. Pero lo postergo hasta terminar esta entrada sobre el documental de Oscar Alemán, que desde el punto de vista formal es muy básico, casi l ilustración de un texto muy bien interpretado por Quique Pesoa cundo está en off, pero muy desaprovechada su imágen cuando habla a cámara, con planos difíciles de justificar narrativamente y una iluminación pretenciosa que en vez de resaltar al personaje se ofrece a si misma no como un recurso sino como una presencia, y donde el sonido, casi siempre incidental, permite que las imágenes le quiten protagonismo por su sola presencia. Sin embargo es tan intensa la historia del Oscar Alemán que resulta difícil dejar de verla hasta el final.
Su historia, de niño abandonado en la calle hasta convertirse, por el impulso genético de la intuición, en uno de los mejores guitarristas de jazz de la historia, recuerda a la de ese otro genio argentino de la armónica que fue Hugo Díaz, también considerado el mejor del mundo. Son dos ejemplos de como la naturaleza nos demuestra la potencia de lo primitivo que todo el tiempo busca imponerse a la idea positivista del progreso indefinido a través de la razón. Ni Hugo Diaz ni Oscar Alemán sabían música. Habría que decir mejor que no sabían nada acerca de la teoría de la música y la notación musical y resulta muy complejo imaginar como un interprete en esa situación puede lograr la combinación exacta de sonidos que resulten agradables al oído. En el libro "El jazz en acción" los etnólogos Robert Faulkner y Howard Becker describen los trucos que los músicos de jazz utilizan para memorizar cientos de standares e improvisar durante horas sobre las distintas estructuras armónicas con que están compuestas las canciones. Pero para lograrlo hay que tener un mínimo conocimiento de armonía. Para un músico que toca de oído es posible acostumbrarse al sonido de las armonías, pero de ahí a ser el mejor de todos hay una genética de por medio. Solo puede lograrlo un músico con oído absoluto, es decir que no necesita ninguna referencia para saber cual es la nota que está sonando. Pero tener oído absoluto es simplemente un don y ya conocemos la parábola de los dones.
martes, 22 de diciembre de 2015
Un programa de radio
La eterna imposibilidad de vivirlo todo de nuevo es un programa que emito en la radio Escuela de Arte FM 101.3 de la ciudad de San Nicolás de los Arroyos. Está basado en el libro de Simon Reynolds. El objetivo es difundir un tipo de música que en esta ciudad se escucha poco y que para mi tiene el sabor de la post adolescencia.
lunes, 20 de julio de 2015
La trinchera. Una guía para leer Trench Town.
Lo digo de nuevo. Para los que no entendemos ingles de
corrido tiene poco sentido escuchar música con letra combativa (o comprometida,
como se decía antes) porque en esa circunstancia la melodía, la armonía y el
ritmo cobra otro sentido (o adquiere sentido) con la letra saltándole por
encima.Se diría que al no entender la letra el tema se vuelve absolutamente instrumental, es decir música en estado puro. Su sentido se dispara y la canción se resignifica asignándole los sentidos que le aporta el contexto donde es escuchada. Si esa escucha es grupal el sentido es aún más polisémico. De ahí a la ya clásica relectura de Los Misterios de París o a Pierre Menard, autor del Quijote hay un paso.
Pero eso se terminó ya hace tiempo con los temas subtitulados, primero en MTV o algún otro canal de música y después con el youtube, donde la utopía adolescente de que la profe de inglés nos tradujera la letra (algo que jamás podía hacer) se hace posible. Así que todos los videos que voy a linkear en este post estarán subtitulados. Sin embargo al final del libro su autora Héléne Lee nos da un aliciente: los que sufren “no necesitan saber inglés para preciar a Bob Marley”. Y más delante confirma “hay más afinidad entre dos creyentes sinceros de religiones diferentes que entre un creyente y un hipócrita de la misma religión”.
Pero eso se terminó ya hace tiempo con los temas subtitulados, primero en MTV o algún otro canal de música y después con el youtube, donde la utopía adolescente de que la profe de inglés nos tradujera la letra (algo que jamás podía hacer) se hace posible. Así que todos los videos que voy a linkear en este post estarán subtitulados. Sin embargo al final del libro su autora Héléne Lee nos da un aliciente: los que sufren “no necesitan saber inglés para preciar a Bob Marley”. Y más delante confirma “hay más afinidad entre dos creyentes sinceros de religiones diferentes que entre un creyente y un hipócrita de la misma religión”.
Pero con el
reagge ocurre algo especial. La música
es tan pegadiza y tiene una connotación tan herbácea que con solo
escucharla nos alcanza para
transportarnos a ese mundo por el cual la Canción nos gusta. Sin embargo,
cuando sabemos a que refieren las letras la puerta que se abre es inmensa. Ya
lo hemos confirmado con el vino que más sabemos más disfrutamos. Ahora parece
que con la música pasa algo similar. No hace falta saber para disfrutar, pero
saber nos suma ese plus que nos transforma de adolescentes a adultos musicales.
Podemos tener una conexión con el reggae y el ska en un lugar tan lúgubre con
este punto del cono sur, donde es más factible encontrar similitudes con el
Manchester del post punk, si hemos pasado previamente por el reggae y el ska
ingles de los 80.
Resulta que cuando Bob Marley llegó al reggae ya
estaba inventado. Sin embargo, escuchando su música tenemos derecho a pensar
que el fue su creador. Como todo lo
interesante en el arte popular el reggae también nació de la necesidad extrema.
Nació en Trench Town, una villa de emergencia de Kingston donde la gente se
moría de hambre, de frio y de pestes, y donde mitigaba todo ese padecimiento
tocando los tambores alrededor de fogatas. Las letras de las canciones por
supuesto puteaban a los políticos y a los poderosos en general y llamaban a
algún tipo de revolución, obviamente sin suerte. Putear a los poderosos y
llamar a revoluciones lo han hecho muchos, también sin suerte, pero no solo porque
la revolución nunca llegó, sino porque la música que generó no lograron impactar
en nadie, excepto hacerlos bailar. El Reggae nación de ralentizar el Ska. Los tipos del Ska deconstruyeron (diríamos
ahora) los ritmos que les llegaban de Estados Unidos, le cambiaron la acentuación rítmica, como consecuencia de
ese descalabro todos los instrumentos dejaron su función tradicional, es decir,
la guitarra comenzó a tocar ritmo y el bajo melodía, y así nació una música
nueva. Ese nacimiento tiene su mito y lo
Picú y los Mosquil Brothers en el número ocho de la revista Cerdos y Peces: Dijo tio Paul Mc Cartney: "Cuando los chicos de Jamaica escucharon por primera vez a Chuck Berry y otros músicos de rock, no disponían de ningún medio para presenciar sus actuaciones. Así que los chicos agarraron sus tambores y trataron de hacer música según imaginaban que era, a partir de los discos. Con el rock el ritmo principal es el tiempo fuerte. Se consigue con la batería. Pienso que el primer loco de la isla que se compró una batería de catálogo se puso a probar y escuchó el gran ruido: supo que el bombo de pie es el más sonoro. Entonces variaron el ritmo débil, acentuando el segundo tiempo y de ahí pasaron al uno-dos-tres-cuatro. Se consigue el mismo ritmo y el mismo resultado pero invertido". Ska...boom...ska...boom.
La traducción del título del libro que relata parte de esta
historia es todo lo honesto que puede ser el marketing. Se llama Trench town
reggae en las calle de Bob Marley y es mejor que el original en francés: Ver
Trench town un morir. Está estructurado como un reportaje en estilo indirecto
con tres claras líneas narrativas: la historia del barrio, la historia del Bob
Marley en el barrio y la visita de la autora al barrio. Su autora, Héléne Lee,
es periodista francesa, especialista en
Jamaica y el rastafarismo e impulsora del reggae en Francia y según dice la
solapa del libro escribió otro muy famoso llamado El primer rasta.
El relato comienza en las Montañas azules, en las fuentes de
Bath, en Saint Thomas, donde Leonard Howell, el “primer rasta” desarrollo la religión Rastafari que hoy tiene un millón de adeptos en el mundo y que esperan que Haile Selassie I los lleve de vuelta a Africa para zafar de toda la explotación en la que viven en Jamaica. No solo eso todavía no sucedió sino que en la década del 70 dos partidos políticos fundados por los primos Alexander Bustamante, JLP, Partido Laborista Jamaiquina y Michael Manley, PNP, Partido Nacionalista del pueblo, dividieron al pueblo enfrentándolos a tiros entre ellos. "Cada vez que planto una semilla, él dice: "matala antes de que crezca", dice Bob Marley sobre ese asunto.
La línea de tiempo de la música jamaiquina contemporánea es: Ska, Rock Steady, Reggae, Dub y Dance Hall.
Ya vimos el mito del nacimiento del Ska. A eso hay que agregarle la influencia de Calypso y el Mento.
El Calypso es un ritmo originario de Trinidad y Tobago. Los descendientes de africanos utilizaron como elemento de percusión tachos vacíos de petróleo. Estos tachos se convirtieron en el instrumento característico de este ritmo.
Harry Belafonte con su tema Banana Boat Song (Day-O) se convirtió en el músico más representativo del Calypso.
Quizá nos suene más esto:
El Mento es el ritmo típicamente jamaiquino. Sus instrumentos característicos son la Marimba con la que el músico ejecuta la línea de bajo y el Banjo.
El grupo The Jolly Boys resurgió el Mento en los noventa, muchas veces versionando temas de rock en ritmo Mento.
Esta es la historia oficial que se cuenta sobre el nacimiento del ska: En una sesión de grabación en cantante y compositor Prince Buster pidió al guitarrista Jah Jerry que “cambiara la marcha” (“change the gear, man, change the gear”). El guitarrista empezó a enfatizar el segundo y cuarto pulso, dando origen al nuevo sonido. La percusión se obtuvo de los estilos tradicionales jamaicanos y de marchas. Lo que hizo Prince Buster fue invertir los “shuffles” de “rhythm & blues”, acentuando los “offbeats” con la ayuda de la guitarra y un ritmo de batería 4/4, acentuando el segundo y cuarto pulsos. (wikipedia). Me gusta más la interpretación de Paul Mc Cartney.
Este fue el tema que popularizó al Ska:
De los sound systems ya hablamos cuando refritamos la historia del hip hop
miércoles, 1 de julio de 2015
Internet, a las cosas
Hace mucho frío y es tarde. Valentino
regresa tarde de un asado con amigos y no tiene ganas de
bajarse del auto a abrir el portón. Solo quiere llegar a su casa y que esté
calentita. El barrio no es muy seguro y sería mejor que las luces del comedor estuvieran
encendidas cuando entre. Cinco cuadras antes de llegar se detiene en una estación
de servicio.Desde su Smartphone se conecta a la web de su proveedor de internet
y desde un software le ordena a los sensores instalados en su vivienda que
dentro de 5 minutos se abra el portón, se encienda las luces y suba la llama
del calefactor. Cuando Valentino llega todo está en orden y sin necesidad de
haberlo programado previamente.
Si bien no es común todavía, todo ese
relato de ciencia ficción ya es posible, por lo menos en potencia. Se llama
Internet de las Cosas (IOT en inglés Internet of Things) y es la posibilidad de conectar
diversos aparatos entre sí a través de internet.
Esa tecnología no solo sirve para facilitar
la vida hogareña. Su mayor potencial está en el comercio, la industria y las finanzas. El banco la
Caixa de Brasil gastaba 800 millones de dólares al año solo para abrir sus5000
sucursales. En ese monto estaba involucrado el costo de los custodios del
gerente que con la clásica llave debía abrir las puertas de la sucursal para
empezar a trabajar. Instaló un sistema de IOT y ahora el gerente va solo, apoya
su pulgar en un sensor biométrico, una cámara de seguridad lo identifica, pasa
la tarjeta magnética por la puerta y esta se abre. El dato que genera esa
operación se acumula en un servidor y está disponible en tiempo real para que el
directivo encargado del asunto pueda tomar decisiones en tiempo real. Así
funcionan también las smart cityes (ciudades inteligentes). En estas ciudades super
urbanizadas las luces de los semáforos ya no están encendidas durante un tiempo
fijo. Se activan y desactivan en función del flujo del tránsito, evitando las
colas y los embotellamientos. Todo esto es posible gracias a la Internet de las
cosas.
Este sistema adelanta un casillero a la
domótica, un sistema a través del cual también es posible automatizar procesos
pero donde los sensores están desconectados entre sí y, muchas veces, cada uno comandado
por una interfaz distinta. La Internet de las cosas permite centralizar el
funcionamiento y la información que de ella emana en un solo servidor y por lo
tanto estar disponible en tiempo real para el usuario.
Su funcionamiento es muy sencillo y ya
empieza a verse como una nueva oportunidad de negocios para los proveedores de
acceso a internet. Se necesita un grupo de sensores conectados a una placa de
control conectada, a su vez, al
proveedor de internet que ofrece el software para que el usuario pueda manejar
el proceso desde cualquier dispositivo (un teléfono inteligente, una tablet o
una pc de escritorio). De esta forma el proveedor de internet genera ingresos
no solo por el cobro del abono mensual sino también por este servicio adicional
que le agrega valor a la conexión. Y para el abonado no es mucho más caro.
También es una oportunidad de negocios para
los operadores de Tv por cable. Las estadísticas muestran como las nuevas
generaciones de usuarios utilizan cada vez menos la televisión y más la internet para
acceder al contenido audiovisual. Esto comenzó a impactar en los operadores de
cable con una merma en las conexiones de televisión y un alza en las conexiones
de internet. Los grandes operadores de cable compensaron esta merma ofreciendo
también el servicio de conexión a internet. Esto significó una gran inversión
en la renovación de la tecnología (fibra óptica, cambio de software y hardware,
etc.). Pero no todos los cableros, sobre todos los más chicos, están en
condiciones económicas de reconvertirse
en prestadores de servicio de acceso a internet. El mayor acceso audiovisual a
través de internet (lo que se conoce
como OTT, servicios Over-The-Top)también es un problema para los prestadores de
internet que ven pasar de largo un negocio, el de los proveedores de contenido,
Netflix o YouTube por ejemplo, que usan su red para emitir sus contenidos y
generar ganancias sin que ellos vean un peso. Para esos dos casos la OTT es una oportunidad. Por caso,los
canales de cable podrían emitir sus producciones también por internet y así
fidelizar clientes o generar ganancias por la venta de publicidad.
Todo el equipamiento necesario para
ingresar al mundo de la IOT ya se produce en Argentina a través de una empresa
de origen nacional (EXO) y fue presentado el jueves en el Encuentro Regional de
Telecomunicaciones que se realizó
durante tres días en Rosario ante un auditorio repleto de operadores de tv por
cable y proveedores de internet ávidos de agregar valor al negocio que deberá
reconvertirse para seguir siendo viable en los próximos años. Era tanto el
interés por encontrar oportunidades que a uno de los presentes se lo escuchó citar
a Ortega con una humorada : “Internet, a las cosas”.
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