Lo digo de nuevo. Para los que no entendemos ingles de
corrido tiene poco sentido escuchar música con letra combativa (o comprometida,
como se decía antes) porque en esa circunstancia la melodía, la armonía y el
ritmo cobra otro sentido (o adquiere sentido) con la letra saltándole por
encima.Se diría que al no entender la letra el tema se vuelve absolutamente instrumental, es decir música en estado puro. Su sentido se dispara y la canción se resignifica asignándole los sentidos que le aporta el contexto donde es escuchada. Si esa escucha es grupal el sentido es aún más polisémico. De ahí a la ya clásica relectura de Los Misterios de París o a Pierre Menard, autor del Quijote hay un paso.
Pero eso se terminó ya hace tiempo con los temas subtitulados, primero en MTV o algún otro canal de música y después con el youtube, donde la utopía adolescente de que la profe de inglés nos tradujera la letra (algo que jamás podía hacer) se hace posible. Así que todos los videos que voy a linkear en este post estarán subtitulados. Sin embargo al final del libro su autora Héléne Lee nos da un aliciente: los que sufren “no necesitan saber inglés para preciar a Bob Marley”. Y más delante confirma “hay más afinidad entre dos creyentes sinceros de religiones diferentes que entre un creyente y un hipócrita de la misma religión”.
Pero eso se terminó ya hace tiempo con los temas subtitulados, primero en MTV o algún otro canal de música y después con el youtube, donde la utopía adolescente de que la profe de inglés nos tradujera la letra (algo que jamás podía hacer) se hace posible. Así que todos los videos que voy a linkear en este post estarán subtitulados. Sin embargo al final del libro su autora Héléne Lee nos da un aliciente: los que sufren “no necesitan saber inglés para preciar a Bob Marley”. Y más delante confirma “hay más afinidad entre dos creyentes sinceros de religiones diferentes que entre un creyente y un hipócrita de la misma religión”.
Pero con el
reagge ocurre algo especial. La música
es tan pegadiza y tiene una connotación tan herbácea que con solo
escucharla nos alcanza para
transportarnos a ese mundo por el cual la Canción nos gusta. Sin embargo,
cuando sabemos a que refieren las letras la puerta que se abre es inmensa. Ya
lo hemos confirmado con el vino que más sabemos más disfrutamos. Ahora parece
que con la música pasa algo similar. No hace falta saber para disfrutar, pero
saber nos suma ese plus que nos transforma de adolescentes a adultos musicales.
Podemos tener una conexión con el reggae y el ska en un lugar tan lúgubre con
este punto del cono sur, donde es más factible encontrar similitudes con el
Manchester del post punk, si hemos pasado previamente por el reggae y el ska
ingles de los 80.
Resulta que cuando Bob Marley llegó al reggae ya
estaba inventado. Sin embargo, escuchando su música tenemos derecho a pensar
que el fue su creador. Como todo lo
interesante en el arte popular el reggae también nació de la necesidad extrema.
Nació en Trench Town, una villa de emergencia de Kingston donde la gente se
moría de hambre, de frio y de pestes, y donde mitigaba todo ese padecimiento
tocando los tambores alrededor de fogatas. Las letras de las canciones por
supuesto puteaban a los políticos y a los poderosos en general y llamaban a
algún tipo de revolución, obviamente sin suerte. Putear a los poderosos y
llamar a revoluciones lo han hecho muchos, también sin suerte, pero no solo porque
la revolución nunca llegó, sino porque la música que generó no lograron impactar
en nadie, excepto hacerlos bailar. El Reggae nación de ralentizar el Ska. Los tipos del Ska deconstruyeron (diríamos
ahora) los ritmos que les llegaban de Estados Unidos, le cambiaron la acentuación rítmica, como consecuencia de
ese descalabro todos los instrumentos dejaron su función tradicional, es decir,
la guitarra comenzó a tocar ritmo y el bajo melodía, y así nació una música
nueva. Ese nacimiento tiene su mito y lo
Picú y los Mosquil Brothers en el número ocho de la revista Cerdos y Peces: Dijo tio Paul Mc Cartney: "Cuando los chicos de Jamaica escucharon por primera vez a Chuck Berry y otros músicos de rock, no disponían de ningún medio para presenciar sus actuaciones. Así que los chicos agarraron sus tambores y trataron de hacer música según imaginaban que era, a partir de los discos. Con el rock el ritmo principal es el tiempo fuerte. Se consigue con la batería. Pienso que el primer loco de la isla que se compró una batería de catálogo se puso a probar y escuchó el gran ruido: supo que el bombo de pie es el más sonoro. Entonces variaron el ritmo débil, acentuando el segundo tiempo y de ahí pasaron al uno-dos-tres-cuatro. Se consigue el mismo ritmo y el mismo resultado pero invertido". Ska...boom...ska...boom.
La traducción del título del libro que relata parte de esta
historia es todo lo honesto que puede ser el marketing. Se llama Trench town
reggae en las calle de Bob Marley y es mejor que el original en francés: Ver
Trench town un morir. Está estructurado como un reportaje en estilo indirecto
con tres claras líneas narrativas: la historia del barrio, la historia del Bob
Marley en el barrio y la visita de la autora al barrio. Su autora, Héléne Lee,
es periodista francesa, especialista en
Jamaica y el rastafarismo e impulsora del reggae en Francia y según dice la
solapa del libro escribió otro muy famoso llamado El primer rasta.
El relato comienza en las Montañas azules, en las fuentes de
Bath, en Saint Thomas, donde Leonard Howell, el “primer rasta” desarrollo la religión Rastafari que hoy tiene un millón de adeptos en el mundo y que esperan que Haile Selassie I los lleve de vuelta a Africa para zafar de toda la explotación en la que viven en Jamaica. No solo eso todavía no sucedió sino que en la década del 70 dos partidos políticos fundados por los primos Alexander Bustamante, JLP, Partido Laborista Jamaiquina y Michael Manley, PNP, Partido Nacionalista del pueblo, dividieron al pueblo enfrentándolos a tiros entre ellos. "Cada vez que planto una semilla, él dice: "matala antes de que crezca", dice Bob Marley sobre ese asunto.
La línea de tiempo de la música jamaiquina contemporánea es: Ska, Rock Steady, Reggae, Dub y Dance Hall.
Ya vimos el mito del nacimiento del Ska. A eso hay que agregarle la influencia de Calypso y el Mento.
El Calypso es un ritmo originario de Trinidad y Tobago. Los descendientes de africanos utilizaron como elemento de percusión tachos vacíos de petróleo. Estos tachos se convirtieron en el instrumento característico de este ritmo.
Harry Belafonte con su tema Banana Boat Song (Day-O) se convirtió en el músico más representativo del Calypso.
Quizá nos suene más esto:
El Mento es el ritmo típicamente jamaiquino. Sus instrumentos característicos son la Marimba con la que el músico ejecuta la línea de bajo y el Banjo.
El grupo The Jolly Boys resurgió el Mento en los noventa, muchas veces versionando temas de rock en ritmo Mento.
Esta es la historia oficial que se cuenta sobre el nacimiento del ska: En una sesión de grabación en cantante y compositor Prince Buster pidió al guitarrista Jah Jerry que “cambiara la marcha” (“change the gear, man, change the gear”). El guitarrista empezó a enfatizar el segundo y cuarto pulso, dando origen al nuevo sonido. La percusión se obtuvo de los estilos tradicionales jamaicanos y de marchas. Lo que hizo Prince Buster fue invertir los “shuffles” de “rhythm & blues”, acentuando los “offbeats” con la ayuda de la guitarra y un ritmo de batería 4/4, acentuando el segundo y cuarto pulsos. (wikipedia). Me gusta más la interpretación de Paul Mc Cartney.
Este fue el tema que popularizó al Ska:
De los sound systems ya hablamos cuando refritamos la historia del hip hop