En tiempos de amenaza de guerra nuclear entre Corea del Norte (y los que serán sus aliados) y los Estados Unidos de Trump, es apropiado revisionar el documental de 1982 "The atomic café", producido y dirigido por Jayne Loader, Kevin Rafferty and Pierce Rafferty y realizado con material documental emitido en Estados Unidos durante la guerra fría, propaganda diseñadas para tranquilizar a los americanos acerca de que la bomba atómica no era una amenaza a su seguridad.
La idea fue de Pierce Rafferty, que encontró en la librería de San Francisco un catálogo titulado “3433 U.S. Government Films”, material que le inspiró para hacer una película que pudiera alcanzar “verdaderas cimas del absurdo”. (FILMAFFINITY).
Está narrada a través de un asombroso trabajo de archivo fílmico y temas musicales, que en Argentina podría haber escrito Palito Ortega, inspiradas en la recientemente descubierta bomba atómica y la bomba H y tiene por objetivo satirizar la época en que los americanos aprendieron a vivir en la era nuclear.
El hilo conductor de la narración no es la voz en off, ni las entrevistas, ni el realizador protagonista, sino el propio material de archivo montado de tal forma que se deja ver en toda su desnudez de documento y que se lee al estilo Pierre Menard, ya que a más de treinta años de su estreno, una relectura del documental aporta un dato significativo para pensar que no es inédita esta época de gobernantes subnormales.
Sobre Atomic Café, y el estilo narrativo que encarna, dijo Luis Dufuur en su ensayo Tendencias actuales del cine-documental "Los hermanos Rafferty y Jayne Loador nos presentan una sucesión de filmes publicitarios, educativos y documentales sobre la segunda guerra mundial, el acompasado montaje nos muestra, una mezcla de horror, dolor, y sorpresa, mostrando a la humanidad que se debate entre el dolor, y la alegría con la llegada de la bomba atómica a suelo japonés. El film se desarrolla desde una sucesión de pequeños documentales a color y en blanco y negro, e intenta demostrar como una sociedad es preparada para vivir después de una catástrofe nuclear. La importancia de este film, en particular, radica en que nos permite ver la relación conducta social ‐ instituciones generadoras de control. La virtud del film reside, en un minucioso trabajo de investigación sobre documentos fílmicos, que muestran el poder del discurso generado desde las instituciones de poder como el estado".